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Cerca del 55% de la superficie total de España es de carácter forestal pero hoy en día la población activa ocupada en actividades relacionadas con el sector forestal está en torno al 5,8%.

En la actualidad uno de los mayores impedimentos para el desarrollo rural es la falta de oportunidades de trabajo atractivo y bien remunerado que sirva para la fijación de la población y proporcionen una buena calidad de vida, además de una serie de servicios fundamentales para cubrir las necesidades básicas de la población.

El empleo en el medio forestal contribuye a potenciar el modelo de la bioeconomía. Pero los propietarios forestales saben que para que este modelo sea una realidad es necesario gestionar el monte; y para eso hay que trabajarlo en condiciones que supongan un atractivo para el trabajador, el inversor y el propietario. Invertir en nuestros montes, mediante la creación de puestos de trabajo relacionados con el sector forestal, supondría una reducción permanente de entre un 4% a un 11% sobre el paro agrario, disminuiría el riesgo estructural de incendios, mejoraría las condiciones de vegetación de las masas forestales y su capacidad para soportar episodios adversos climáticos y potenciales ataques de plagas.

Un bosque cuidado incrementa su capacidad de absorción de CO2 atmosférico en plazos medios y largos, y genera productos forestales que potencian la actividad económica de las zonas rurales. Por cada millón de euros invertido en el medio forestal, pueden crearse, entre 15 y 30 empleos en trabajos típicamente forestales (tratamientos selvícolas, repoblaciones, mantenimiento de cortafuegos y áreas cortafuegos, etc.).

Pero, además, un bosque cuidado y gestionado, es parte del paisaje. El gran recurso intangible del entorno rural y principal atractivo para el turismo rural, una actividad que permite complementar las rentas y diversificar la economía de muchas familias en el ámbito rural.